Atzmus

Escencia divina
Con dos discos editados y un tercero en camino, Aztmus se encamina hacia las grandes ligas del metal local. Su guitarrista Emanuel Cohenca nos cuenta acerca del desarrollo musical de la banda.

El primer disco -“Ciudad luz”- lo grabamos en cuestión de meses. Habíamos hecho cuatro ensayos, y al quinto decidimos ir a grabar un demo para saber dónde estábamos parados. En la Nave de Osberg conocimos a Martín Toledo, que escuchó algunas cosas. Se entusiasmó tanto con el producto que decidió producirnos el primer disco. A partir de ese momento empezamos a componer el resto del material, y me acuerdo que los últimos dos temas lo terminamos prácticamente en el estudio. Llegamos a componer las doce canciones y no teníamos más que eso. En ese momento tenía una Fender japonesa, un pre ADA y una caja vintage Marshall que lo conectaba a  una potencia muy similar a un Rectifier. Ya el segundo disco -“Mundo sin amor”- fue más pensado. Ya eníamos en la cabeza otro audio, y fue como más cuidado y producido. Yo ya tenía el Rectifier y el Mark IV. La banda estaba equipada de otra manera. Además afinábamos en B y en drop C. Habíamos hecho una preproducción para saber dónde estábamos parados. Después, en base a eso grabamos con el click, respetando lo que ya teníamos grabado.

Yo definiría a la música de Aztmus (palabra hebrea que significa la escencia orientada a la divinidad) como un nü-metal fusión… Lo que sucede es que en nü-metal es muy amplio, entran desde Korn a Paramore. Hay una cosa muy linda en Atzmus, es que todos venimos de diferentes corrientes musicales. Yo soy netamente metalero, el cantante (Fernando Barletta) tiene una orientación rockero judaica, el bajista (Javier Portillo) toca jazz fusión y pop, y el baterista (Josué Arrúa) escucha de todo.

Javier Bagalá

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