Richard Coleman

Corre la voz….

Lideró bandas como Fricción y Los 7 Delfines. Colaboró tanto en vivo como en estudio con Gustavo Cerati. En el 2011, Richard Coleman editó su primer disco como solista llamado “Siberia Country Club”, al que le siguió “A song is a song”. Dos años más tarde volvió al ruedo con “Incandescente”, un trabajo compuesto íntegramente de forma analógica.

La composición de “Incandescente” fue un laburo que encaré con muchas ganas e impulso. Lo que hice fue buscar un objetivo. Venía de trabajar en mi segundo disco solista (“A song is a song”), un disco que hice en inglés, muy sencillo y minimalista. Lo grabé todo en casa, con muchas guitarras acústicas. Entonces me quedé con una sensación de estar muy apegado a la acústica. Me sentía muy suelto.

Cuando terminé ese disco me quedé con ganas de componer. Recuerdo que abrí un programa en la compu que nunca uso que se llama Live. Lo quise usar y me dije: “¡Qué plomazo!” Con el ProTools tengo afinidad, pero con el Live no me siento cómodo. Increíblemente, en ese momento me puse a pensar en hacer algo diferente. Me dije: “¿Y si restauro una Portastudio Tascam de los ’80?”. La puse a andar y comencé a grabar en cassette. La armé de espaldas a la compu.

CUESTIÓN DE TIEMPO

Todos los días tocaba la viola y la grababa en cinta. Lo distinto y estimulante fue el trabajo con este aparato. No tener mouse, teclados, pantalla; éso era muy estimulante. Al no poder editar tenía que armar el tema en la cabeza. Hacía años que no hacia eso. Ese laburo me llevó cuatro meses. Hice media docena de músicas. No las podía llamar canciones. Entonces me puse a armar las canciones pensando en canción, no en riff de violas o sonidos. Un lugar común en mí, es laburar los sonidos, pero esta vez quise hacerlo desde un lugar distinto. Me propuse hacer un disco donde la canción tuviese la consistencia de una viola. Que con una viola sola se pudiese hacer el tema. Después sí use la computadora, pero sólo metí las violas, la voz y un metrónomo. Así fue como empecé.

Con lo que tenía en la Tascam en casette, más lo que tenía en la compu, salieron unas 20 ideas. Fui depurando hasta que quedaron 11 canciones. Generalmente sanateo la melodía. Pero esta vez, como venía de hacer un disco en inglés, me molestaba hacer la melodía de esa forma. Así que me puse a hacer las letras en español. En un mes las tenía todas. Todo el proceso fue rápido. En septiembre empecé la selección de la música, y en noviembre tenia las estructuras armadas. En el final trabajé mucho con Alejandro Vázquez, que es el productor de Carajo, y además produjo el último disco de Massacre. Es un tipo muy eclético; hace música muy pop o muy heavy. Tiene extremos muy interesantes, tiene una gran sensibilidad, sabe un montón. Ale le puso además del audio final, un laburo realmente muy copado.

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Miguel Sigales
Fotos: Federico Echeverria

 

 
 
 
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